miércoles, 9 de julio de 2008

Carta a los Pacientes de Talleres Protegídos

Carta a los Pacientes de “Talleres Protegidos”

¡Hola! Mi nombre es Silvia y hasta hace unos días era una más de ustedes. El tratamiento en mi caso ha llegado a su término y por fortuna, puedo decirles que me ha hecho mucho bien.

Pude crecer, madurar, ver a mí alrededor y aprender, no sólo una tarea, sino también de la realidad que nos es común a todos nosotros, que es la enfermedad. Algunos dicen que no tiene cura, pero mi verdad dice que se puede sobrellevar y si llegamos a un Taller como éste, es un gran paso, porque nos estamos dejando ayudar, ya sea que estemos internados o en una casa.

Opino que se denomina Taller de “Rehabilitación”, porque muchos llegamos cansados, desorientados, desalentados, angustiados, hartos de ser para la sociedad en la que vivimos “los desechados”, porque la gran mayoría de la gente piensa que la enfermedades mentales transforman a las personas en inútiles, como que no vale la pena ocuparse de “esa gente”; sin embargo el ser humano puede llegar a ser tan generoso y tan maravilloso, que siempre encontramos “personas especiales”, llámense médicos (de todas las especialidades), especialmente: psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, Auxiliares de Rehabilitación: personas que pudiendo elegir tener una vida cómoda, sin tener que preocuparse por los demás: eligen libremente estudiar y quemar sus pestañas, su tiempo y su vida… en darle una mano a aquél que pasa ante los ojos del mundo como “nada”.

Cuando llegué al Taller, yo sentía que no valía nada, que tenía que esconderme, porque mi familia no entendía lo que pasaba y yo tenía vergüenza de “lo que era”, y porque todas esas personas a las que llamé amigos, me dejaron sola, y pensé que nunca más iba a poder confiar en nadie. Estaba muy triste y muy enojada, porque la enfermedad me cambió la vida que tenía, yo trabajaba, estudiaba (con mucho sacrificio, porque me costaba), y más o menos tenía decidido qué hacer en mi futuro. Y cuando me enfermé, me enojé un montón, porque todos mis sueños, mis planes, se fueron al pozo. Y sobre todo, me sentía sola, demasiado sola.

Pero ¿saben una cosa?, nadie nunca está del todo solo, porque siempre se nos cruza en el camino alguien que nos dice con palabras, con gestos, con su compañía, a veces con su silencio: “me importás”, “para mí valés mucho”, “te quiero” (aunque les suene tonto), “cuidate”, “dejáme que te cuide”, “me preocupo por vos”, “quiero que estés mejor”, “quiero escucharte, contáme lo que quieras”, “te llamo por teléfono”, “abrí tus manos, porque del otro lado te están esperando las mías“, “querés un mate”, “querés un cigarrillo”, o “respeta nuestro momento de dolor y nos acompaña y nos da su opinión o su silencio, o su abrazo”, o te dice si tiene fe: “rezo por vos” (aunque ese dios que dicen que creó al mundo, no está enfrascado en una religión en particular, sino que vive en toda la creación), “el simple hecho de saber que alguien en este mundo nos aprecia y nos recuerda, nos enseña que no estamos solos, porque ésta gente, es la que se nos acerca porque pueden ver más allá de sus narices, y darse cuenta de que todos tenemos virtudes y defectos, pero nos quieren por lo que somos: “seres humanos igual que ellos” y nos aceptan “como somos y como estamos, sin pretender arreglarnos la vida, sino simplemente: compartirla y vivirla lo más dignamente posible.

En este momento, estoy terminando mi “duelo”, porque para mí llegó la hora de “volar” y tratar de encontrar mi lugar en este mundo. El Taller (los profesionales, los auxiliares y sobre todo “mis compañeros”), han sido el gran pilar sobre el que comencé a “construir” hace dos años atrás, mi presente. Ellos me abrieron los brazos y yo dejé que me abrazaran, y no es en sí, el aprender un oficio o tarea la “rehabilitación”, sino el dejarse “ayudar”, el “dejarse amar”, porque solo el que ama (y me refiero al sentido más amplio que tiene esta palabra), tiene la capacidad de “abrirse a los demás y darle una mano al otro”, desde el lugar en donde esté, dónde la vida lo puso, sean parientes, vecinos, médicos, compañeros de trabajo, compañeros del hospital, los “verdaderos amigos”, esos que nunca se fueron y aquellos que por circunstancias de la vida dejamos de ver, y que por ahí volvemos a “encontrar”, y podemos contarles nuestra realidad, y nos siguen tratando como “antes”, porque nos quieren sinceramente, y no se escandalizan ni salen “corriendo”.

Igual, opino que la gente que se “aleja”, no lo hace por maldad, sino porque no saben qué hacer o se asustan o no pueden “bancárselo” o simplemente por ignorancia. Por mi parte, no tengo nada que reprocharle a nadie, pero sí aprendí que hay que “buscar y aprender a mirar”, porque lo que no encontramos en un lugar lo encontramos en otro, eso es lo bueno. Pero no se cierren, porque o sino todo se vuelve oscuro y no hay peor soledad que el vacío del alma. No tengan miedo de abrir el corazón, porque siempre hay alguien esperando en nuestro camino.

Un amigo muy querido me regaló un librito con muchas frases y yo rescaté algunas para ustedes:
“No puedes impedir que los pájaros de la tristeza vuelen sobre tu cabeza, pero sí puedes impedir que hagan un nido en tu pelo” (Proverbio Chino)
“Superar una dificultad da una alegría secreta, pues significa que hemos trascendido nuestros propios límites y extendido nuestra libertad” (Henri-Frederick Amiel)
“Sueña siempre y apunta hacia más allá del punto que sabes que puedes alcanzar. No te preocupes por tus contemporáneos ni por tus predecesores. Intenta ser mejor que tú mismo”
(William Faulkner)
“Que los demás te derroten, está dentro de las posibilidades, pero que no sea el miedo el que te venza”
“El futuro se llama quizás. Lo importante es no dejar que eso te espante”
(Tennessee Williams)
“Los más valientes son aquellos que tienen una clara visión de lo que tienen frente a sí, tanto de la gloria como del peligro. Y van, de todas maneras, a su encuentro”
(Teuclides)

Otra cosa que quiero decirles es que nunca piensen que “no pueden” o “no sirven”, porque todos somos buenos en algo, lo importante creo que es tratar de hacerlo como nos salga (puede salir bien o no), pero nunca dejar de intentar, probar, escuchar al que sabe y sobre todo, que eso que hacemos, nos haga sentir bien.

A mí las profesionales me tenían loca con ese asunto de que “haga algo a la tarde” y con el otro asunto de “los proyectos” y “las Reuniones Grupales”, (y tarde comprendí que lo que buscaban era que saliera adelante y que me abriera a los demás). Recién hace un mes empecé a hacer actividades de expresión (corporal, plástica y escrita), pero no porque me dieron el alta, sino porque “ahora” me siento mejor y “puedo” hacerlas. En este sentido no soy ejemplo para nadie, porque durante dos años, no moví un dedo (hice un curso de computación, pero no lo “disfruté”, porque estaba siempre con sueño), y ustedes deben saber bien lo que es eso, porque a veces la medicación te “tira abajo” y todo cuesta más.

Pero hay compañeros de ustedes, que a pesar de todo eso, hacen cositas, ¡grandes cositas!, (ya sea de estudio, trabajo o recreación), y a mí, eso, me da mucha alegría. Porque ellos me enseñan que se puede salir adelante, que aunque la cosa no es fácil, ellos van al “frente”, y eso es buenísimo. Me dicen: “SE PUEDE”.

Y traten de no mirar para atrás, porque no tiene sentido, el pasado no puede modificarse, pero si pueden “plantarse”, en el “aquí y ahora”, en “el presente de cada uno”, y si tienen el don de tener sueños, y pensar en un futuro para sus vidas, háganlo. Porque todo lo que hacemos, antes de llevarlo a la práctica, empezamos a “darle vida” en nuestro corazón. Somos seres humanos con muchísimas capacidades, no las desaprovechen.

Y vivan, porque la vida es hermosa, cuando podemos darnos cuenta de todo lo que tenemos alrededor y podemos disfrutarlo, y me refiero a las cosas que nos hacen sentir bien o nos dan alegría, aún las más sencillas, como compartir un mate o una conversación con un compañero.

Todo suma, traten de tomar siempre lo bueno, lo que a ustedes les sirva, y lo malo, déjenlo pasar… sé que no es fácil, porque todos tenemos heridas, a veces muy profundas, y no digo que todas se sanan, pero así es la vida. En mi caso, yo tomo lo bueno de cada cosa, y lo malo trato de dejarlo pasar (a veces me cuesta mucho), pero de todas maneras, siempre tengo la intención de seguir “adelante”, y si puedo darle esperanzas a otros, mejor. Porque ese es el motivo de esta carta: La Esperanza y si llegaron a “Talleres”, es porque están buscando un “cambio”, y eso es un cambio en sí en sus vidas. Aprovéchenlo.

Ojalá siga por muchos años más funcionando “Talleres Protegidos”, porque sin este “lugar” que me brindaron, mi presente sería muy diferente.

Ojalá el Sr. Jefe de Gobierno de la Ciudad de Bs. As. pueda entender la importancia que tiene la Rehabilitación en materia de Salud Mental, porque es fundamental, porque o sino nos transformaríamos en vegetales recluidos en hospitales o clínicas que solo consumen pastillas. Los Muros Altos los construyen los que no quieren ver la realidad.

¡Gracias a Talleres Protegidos y a Todos mis Compañeros, por todo lo que me dieron en estos dos años!

Y no se van a librar de mí tan fácilmente, porque los voy a ir a visitar.
Los quiero mucho y siempre estarán en mí corazón.

Silvia Sabina Acosta
30 de Junio de 2008 Dni: 26.518.138.-